Por alguna razón (probablemente por la
costumbre que tenemos muchos de sacar conclusiones científicas con
nuestro conocimiento superficial del mundo) existe la creencia de que la
traducción no tiene futuro. No pretendo fingir que hablo del mercado
laboral empíricamente porque, como ya sabéis, aquí somos estudiantes.
Sin embargo, si hay algo que me ha quedado claro en estos dos años, es
que para un traductor hay muchas salidas interesantes.
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El intrusismo: sí que existe. Filólogos y políglotas que no han estudiado la carrera pueden conseguir trabajos de traducción. Obviamente, la carrera es bastante reciente y gran parte de los profesionales con años de experiencia no están licenciados en ella. Por otro lado, la mejor preparación hoy en día es la carrera de traducción, que insiste tanto en la lengua extranjera como en la lengua española y en los dilemas que podemos encontrar en cuanto a la adaptación de un texto de otra cultura. Las empresas que mejor pagan suelen ser también las que más calidad exigen, y una buena formación como traductor nos prepara para ofrecer una calidad que alguien que simplemente es bilingüe no podrá ofrecer. En todo caso, de hambre no vamos a morir.
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La alta tecnología: nunca podrá sustituir al traductor. No es algo que los traductores quieran creer, sino lo que afirman los lingüistas. La lengua es algo vivo que cambia a una gran velocidad, no es un código lógico que se pueda reducir a equivalencias y casillas (por mucho que el análisis sintáctico lo intente) y la comunicación depende más de las circunstancias y el lenguaje corporal de lo que creemos. Por mucho que la traducción automática lograse detectar ironía, sarcasmo, duda, agresividad, emoción, a qué se refiere cada pronombre y a qué se refiere con cada tiempo verbal un hablante según el tono de voz, y reprodujese fielmente acentos y jergas de distintas zonas (esto es ciencia ficción), siempre hará falta una persona que tome la decisión de crear una expresión cuando no exista o explicar una diferencia cultural cuando pueda dar lugar a un conflicto o confusión. ¿Cómo puede una máquina traducir un chiste o un poema? Aun suponiendo que dentro de cincuenta años se pudiera desarrollar semejante software, ¿quiénes se encargarían de establecer los criterios para la traducción? Traductores. De hecho, el desarrollo de diccionarios y similares es uno de los trabajos en que puede participar un traductor.
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Trabajar como traductor: un traductor puede dedicarse a la traducción de cualquier ámbito en el que se produzcan textos. Desde las traducciones jurídicas (unas de las que mejor se pagan) hasta textos científicos, periodísticos o del mundo empresarial. Curiosamente, la traducción audiovisual y literaria, que suelen ser las más atractivas para los recién matriculados, son mercados más reducidos (especialmente esta última y el doblaje). Muchos traductores optan por ser autónomos, aunque algunas agencias de traducción ya tienen empleados fijos que trabajan en oficina.
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Los intérpretes: gozan de un mayor prestigio porque trabajan en el momento y requieren una técnica específica y mucha práctica (y porque su trabajo se paga mejor), pero su trabajo no es necesariamente más difícil que el de un traductor. Es una buena opción para quienes trabajen bien bajo presión y no sean perfeccionistas. Además, aunque la palabra “intérprete” nos pueda hacer pensar en conferencias aburridas, en realidad se requieren intérpretes en el mundo empresarial, periodístico, el turismo, la mediación con inmigrantes y, por supuesto, relaciones internacionales.
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Salidas laborales: vale, hablar de la “élite de las humanidades”, como le gustaba hacer a uno de mis profesores en la universidad, es bastante pretencioso. Lo que sí puedo afirmar objetivamente es que la preparación de un traductor abarca lenguas, cultura y técnicas que permiten a los licenciados acceder no solo al mundo de la traducción, sino también a todo lo relacionado con la lengua o la gramática (revisar o corregir textos, ayudar a redactar textos, o, con el complemento de formación necesario, la enseñanza de idiomas).
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Prácticum: la primera muestra de las salidas que tiene Traducción e Interpretación que aprecia un estudiante es la oferta de plazas de becarios que llega desde embajadas y empresas privadas a la facultad de filosofía y letras para los estudiante de traducción (la mayor parte de las ofertas que llegan, según tengo entendido, son para nosotros). El prácticum no es obligatorio pero es una buena forma de adquirir la tan deseada experiencia laboral.
En definitiva, pocas carreras ofrecen
tantas puertas (y variadas) como esta. Sé que muchos de vosotros vais a
empezar la carrera este año o estáis pensando hacerlo en un futuro, así
que solo por curiosidad me gustaría saber en qué campo de la traducción
(o interpretación) os gustaría especializaros en principio.
Gracias por leernos y un saludo a todos.